Un Encuentro

donde todo empezó

El 2024 podemos resaltar que fue un año histórico para la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo: Desde ser la primera Cuaresma y Semana Santa con su nueva junta directiva, el crecimiento devocional al Cristo del Amor cada viernes del año, las mejoras en la institución, el regreso de los valores perdidos en la hermandad, junto a una Sevilla que, por segunda vez, fuese la fiel escucha del testimonio de cucuruchos guatemaltecos con el Señor Sepultado, entronizado en el alma con una plegaria dedicada a él y con oraciones convertidas en ruegos por los que en Él creemos y confiamos.

En el pasado siglo, la Iglesia Católica Universal, había vuelto su mirada sobre la piedad popular de forma reiterada, tanto en América, como en la Península Ibérica. Este novedoso protagonismo de la religiosidad popular inspiró al entonces Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, a convocar al I Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular que, con el auspicio de la Santa Sede, se celebró en la Catedral de Sevilla entre el 27 y el 31 de octubre de 1999. Nuestro Hermano Presidente en aquel entonces, Don Juan Gavarrete Soberón, quien de Dios goza, participó de una manera personal como fiel devoto a las tradiciones de la Cuaresma y Semana Santa, pero también estrechando lazos de hermandad con diferentes cofradías de origen europeo y nuestra centenaria institución.

25 años después, a las puertas del gran Jubileo de la Esperanza y al cumplirse 2025 años de nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, bajo el lema “Caminando en Esperanza”, las tierras andaluzas abrían una página nueva en los libros de oro de la historia de la  religiosidad popular, con la realización del Segundo Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, analizando el rol de estas actividades ante los profundos cambios observados en el mundo que afectan a todas las dimensiones de la vida: valores, globalización, nuevo orden geopolítico, nuevas tecnologías, guerras y pandemia.

Accediendo al llamado mundial, la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo, motivada por la Fe que gira alrededor de su Consagrada Imagen, decide participar y crear una comisión de grandes devotos del Señor Sepultado, no solo para representar a esta nación, eminentemente católica ante los ojos del mundo reunido en ciudad del viejo continente, sino también comprometiéndose a lograr los objetivos y obtener el apoyo de diferentes instituciones para que este sueño fuera posible. Siendo este viaje una ofrenda personal de cada uno de ellos, tomando la responsabilidad y el alto honor de llevar el nombre de nuestra centenaria institución a otro continente.

En una jornada cargada de simbolismo, las actividades iniciaban un recordado mes de octubre, cuando el Palacio Nacional de la Cultura era el testigo silencioso de lo que era el anuncio público del magno evento: pendones negros con los escudos de la HSS, estandartes, banderines y penitentes con rostro cubierto, daban el marco místico en el hermoso Patio de la Paz, donde se anunciaba a los cuatro vientos que la Hermandad a cargo del Santo Entierro más antiguo de América, llevaba sobre sus hombros la representación cultural y devocional de un país que se hace sensible ante el místico sonido del tum y el tizijolaj, que envuelto en nubes de incienso y aroma a corozo, profesa una fe auténtica por sus imágenes de pasión.

El paso inexorable del tiempo daba lugar a reuniones y preparativos que aumentaban el palpitar de los corazones dominicos cuando, poco a poco, se revelaban más detalles de Hermanamiento de Sevilla, libros, pregones, revistas, pergaminos pintados, condecoraciones de alto rango y el estandarte mayor que aguardaban para ser embalados como mudos protagonistas de algo que marcaría la historia de una hermandad, cuyo propósito único, es promover la fe y devoción hacia la expresión del amor de Dios hecho arte en el Cristo Morto de los Padres Dominicos.

Llegaba así el frío decembrino, entre ambientes jubilosos de fin de año y las tradiciones de la época. En la intimidad de la hermandad los aires eran un poco distintos, una mezcla entre ilusión y nerviosismo que invadían la capilla y el Salón de Jesús Obrero. Los días grandes se acercaban y entre abrazos y palmadas en la espalda los hermanos de comitiva repetían una otra vez “Nos vemos en Sevilla” algunos juntos y otros separados, pero todos con la misma misión de llegar a la España Católica y cumplir con el llamado que Dios les había encomendado.

Estando los representantes de la hermandad ya reunidos después de un largo viaje el 4 de diciembre, marcaría un punto de referencia en la manera de demostrar al mundo la fe de nuestro pueblo. Como parte de las actividades, en horas de la mañana se inauguraba la exposición fotográfica “Cristo del Amor” en el Centro de Estudios Hispanoamericanos, misma que logró cautivar e impactar a visitantes propios y extranjeros al ver la magnitud que alcanza el Viernes Santo en el templo dominico. Hermanos Mayores y cofrades indagaban más sobre la historia de nuestra imagen, quedando impactados por su belleza y su valor espiritual en cada uno de los guatemaltecos.

En 1785, por deseo del Rey Carlos III, con el objetivo de centralizar en un solo lugar la documentación referente a la administración de los territorios ultramarinos españoles, se crea el Archivo General de Indias, recinto que también fuera parte del enriquecimiento histórico que gira entorno el Cristo del Amor. Como parte del programa en visita oficial y cumpliendo los protocolos dictados, el Encargado General y la comisión de hermanos hacían la entrega del libro “Cristo Morto” a la Doctora en Historia Isabel Cruces, directora de dicha institución, citando lo siguiente:

Al Archivo General de Indias:

“En Nombre de la Hermandad del Señor Sepultado de

Santo Domingo, Basílica de Nuestra Señora del Rosario

de Guatemala, C.A.” -y continúa- “Es un honor entregar

este libro que revela la historia de nuestra Hermandad y

de nuestro Señor Sepultado “Cristo del Amor”

Firma Bernal Díaz Baeza,

Encargado General HSS.

Un ambiente místico con olor azahar daba espacio para horas de la noche en donde se daba por inaugurado el Segundo Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular con la celebración de la Santa Eucaristía, en la nave del Crucero de la Catedral de Sevilla, presidida por el Legado Pontificio para este acontecimiento, Monseñor Edgar Peña Parra, quien destacó el tiempo de preparación de la Navidad y el Adviento, que habría de servirnos para prepararnos y reconocer la presencia del Señor cuando tantas veces sale a nuestro encuentro.

“Vivir como discípulos de Cristo en medio del mundo.”

Un mensaje cautivador que quedaba marcado en los corazones de la delegación guatemalteca dominica que presenciaba tan apoteósico acto en un sitial de honor a la lateral del altar mayor de la Cátedra Sevillana.

Cada día tenía el deseo de conocer y promover más la fe expresada en las distintas manifestaciones de religiosidad popular, pero también haciendo conciencia del papel protagónico que las diversas cofradías, hermandades y asociaciones de esta índole juegan en la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana como: La exaltación del papel de las hermandades frente al individualismo y la creciente secularización, su misión evange lizadora, las cofradías como un magnífico y eficaz antídoto contra el secularismo, la piedad popular como una manera legítima de vivir la fe de un modo de sentirse parte de la iglesia y una forma de ser misioneros, entre otros temas.

Cada una de las ponencias presentadas por delegados pontificios, obispos, cardenales y laicos comprometidos. La corporación sevillana daba un paso más en su tradición de unión y hermandad, llevando a cabo un significativo acto en la iglesia de Santa María Magdalena, iglesia en donde Fray Bartolomé De Las Casas, uno de los grandes misioneros dominicos en la historia de nuestro país, iniciara su camino para cumplir la voluntad del Padre.

Junto a los miembros cofrades de la Hermandad de -El Calvario- con quienes se compartió la historia de ambas hermandades, resaltando el papel trascendental que ambas juegan en la exaltación la dolorosa pasión de nuestro Señor Jesucristo en el momento de su muerte en la cruz y el Santo entierro más antiguo de América, entregando, libros y recursos de alto valor que hoy en día perpetuaran como testigos de tan magno encuentro.

Aires fríos pero corazones ardiendo de amor invadían las calles históricas que protagonizaban uno de los momentos más importantes de esta peregrinación llevando el estandarte de nuestra hermandad en alto y con gallardía, el reconocido barrio de Triana se vestía con sus mejores galas a la espera de la, tan añorada “Procesión Magna”. Como preámbulo, capillas con veneraciones y besamanos se desbordaban con la gran afluencia de devotos que llegaban a tener, al iqual que la comitiva, un místico encuentro con las imágenes amadas del pueblo andaluz, la Esperanza de Triana, la Esperanza de Macarena, el Señor de la Exhalación, Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora de la Estrella.

La Parroquia de San Jacinto de los padres dominicos abrían las puertas para que sus muros celosos resguardaran el conocimiento y los años de estudios por parte del cronista de nuestra hermandad, al exponerse la ponencia histórica de la procesión del Santo entierro de Guatemala, teniendo esta un gran impacto ante los ojos de doctos e ignorantes en la materia, destacando el amor de un pueblo arrullado por las alas del Quetzal consagrado a la protección y amor del Señor Sepultado de Santo Domingo.

Costaleros y cofrades con cirios en mano transitaban los alrededores del barrio de la iglesia de San Gregorio, los preparativos y el movimiento pregonaban el tan esperado acto del hermanamiento, entre los murmullos de propios y extraños, corría el rumor que una hermandad de América había cruzado el continente para la alianza fraternal con los custodios del Santo Sepulcro de la Exaltación de la Cruz y Nuestra Señora de Villaviciosa. Los pregones con la imagen del Señor sepultado de Guatemala daban la bienvenida a devotos que llegaban con lágrimas en los ojos buscando el consuelo de la madre expuesta en besa manos, pero también llevaban el asombro de un recuerdo de la imagen de aquel Cristo sereno que, según las leyendas, calmó las aquas del mar, un Señor Sepultado que es y será el paño de lágrimas de miles de hombres y mujeres en nuestras tierras del nuevo mundo conocido como el Cristo del Amor.

En el interior del templo, misereres, ruegos, el olor de nardos y rosas brindaban un ambiente que emanaba santidad. Caballeros revestidos de traje negro esperaban en la capilla lateral, lo que sería la Eucaristía que marcaría un antes y después para ambas instituciones, la Real Hermandad Sacramental del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo. Triunfo de la Santa Cruz Sobre la Muerte y María Santísima de Villaviciosa y la Hermandad de la Consagrada Imagen del Señor Sepultado de Santo Domingo, Cristo Del Amor, que, por primera vez en su historia, reconocían el vínculo fraternal que los sequiría hasta el fin de los tiempos. Un mensaje inspirador por parte del cura párroco nos recordaba la misión de ir y llevar el evangelio a todos los rincones, palabras que penetraban el corazón como un testimonio de la nueva alianza. Luego de un acto protocolario minuciosamente estructurado v ejecutado los Hermanos Mayores Fermín Vásquez y Bernal Díaz, con regocijo, firmaban a los pies de Nuestra Señora de los Dolores los documentos que acreditaban dicho acto, como verídico y trascendental, intercambiando símbolos como la Orden del Señor Sepultado, medallas y pendones que por su significado quedarían resquardados en los diferentes tesoros como las joyas de un acto jamás antes visto, siendo el más importante el pergamino pintado por manos guatemaltecas el cual cita lo siquiente:

Para mayor Gloria de Dios, sea a todos manifiesto que, de común acuerdo, la Real Hermandad Sacramental del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, Triunfo de la Santa Cruz y María Santísima de Villaviciosa de Sevilla y la Hermandad del Señor Sepultado del Templo de Santo Domingo, de Ciudad de Guatemala, dispusieron sellar una fraternidad espiritual entre hermandades, en atención a los vínculos y lazos cordiales que les unen, iniciativa que, elevada para su aprobación ha sido confirmada y bendecida por las Autoridades Eclesiásticas de Sevilla y Guatemala. Está fraternidad en el marco del Il Congreso Internacional De Hermandades y Piedad Popular, se hace hoy efectiva y en presencia de los miembros representantes de ambas Hermandades, se celebra el Acto Solemne de HERMANAMIENTO Conforme a las normas, obligaciones y derechos que derivan, para mayor Gloria de Dios y provecho espiritual de todos los hermanos. Y para que conste, se levanta el presente, firmado y validado, en el interior de la Iglesia de San Gregorio, en Sevilla, el día 6 de diciembre de dos mil veinticuatro.
Por la Real hermandad sacramental del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, Triunfo de la Santa Cruz y María Santísima de Villaviciosa de Sevilla: Sr. Fermín Vásquez
Por la Hermandad del Señor Sepultado del Templo de Santo Domingo, de Ciudad de Guatemala:  Sr. Bernal Díaz Baeza

 

Entre abrazos, aplausos y lágrimas de emoción las autoridades eclesiásticas, cofrades y fieles que asistieron al acto resaltaron el sentido de fraternidad como miembros de la Santa Iglesia Católica pero que también como algo que caracteriza a las hermandades, subrayando que este hermanamiento no solo sirve para fortalecer los lazos entre cofradías, sino también para proyectar el mensaje de unidad, paz y solidaridad que siempre ha sido el motor de la Semana Santa en el mundo entero.

Al finalizar la jornada del Segundo Congreso, la ciudad respiraba un ambiente Cuaresmal. La Procesión, celebrada el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, contó con la participación de imágenes emblemáticas como la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla, las Esperanzas de Macarena y Triana, Jesús del Gran Poder, el Cachorro y tres patronas de la provincia. Un evento que atrajo a más de 500.000 personas en la ciudad y fue seguido por más de dos millones de personas a través de diversas retransmisiones televisivas. Vientos de Sevilla y Triana que enmudecieron al paso del Señor el Gran Poder y que clamaban los vítores al paso de La Macarena con expresiones propias de su cultura estando la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo en un sitial de honor al lado de la patrona de Sevilla, entregando a Dios padre y Nuestra Señora del duelo santo el culmen de un sueño cumplido con la satisfacción de un trabajo realizado con excelencia desde muchos meses atrás.

El hermanamiento de la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo es, por tanto, un testimonio más de la vitalidad de las hermandades no solo en Guatemala y España si no en el mundo entero, que, a lo largo de su historia, han sabido mantener la esencia de la fe mientras se apoyan mutuamente en sus fines religiosos y sociales.

“Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado.” Juan 15:12

 

Hermandad de la Consagrada Imagen del Señor Sepultado, “Cristo Hermano Alex Crocker Delegación Sevilla 2025